Esta prestigiosa autora alemana aborda con frecuencia problemáticas propias de la juventud actual, entrando dentro de la que se ha dado en llamar "literatura psicológica". En este caso se mete en la piel de un adolescente discapacitado, un chico de quince años que necesita apoyarse en dos muletas para andar. Arrastra un aparato ortopédico, un artificio que simboliza sus complejos y su drama personal. Con sencillez y mucho tacto, pensamientos y relaciones son guiados por la autora hacia un desenlace abierto pero esperanzador.
Esta prestigiosa autora alemana aborda con frecuencia problemáticas propias de la juventud actual, entrando dentro de la que se ha dado en llamar "literatura psicológica". En este caso se mete en la piel de un adolescente discapacitado, un chico de quince años que necesita apoyarse en dos muletas para andar. Arrastra un aparato ortopédico, un artificio que simboliza sus complejos y su drama personal. Con sencillez y mucho tacto, pensamientos y relaciones son guiados por la autora hacia un desenlace abierto pero esperanzador.
A trompicones
Me gusta sentarme junto a la ventana y mirar fuera, al jardín, por encima del camino adoquinado que da a la calle. A decir verdad, si por mí fuera, no nos habríamos mudado a un barrio tan tranquilo como éste, sino a cualquier otro lugar que diera directamente a una calle grande por donde pasase mucha gente. No siento especial interés por las flores que plantó Frieder formando macizos a lo largo del camino y junto a la casa. Prefiero ver gente, qué pinta tienen y cómo se mueven. Siempre intento imaginarme qué es lo que están pensando, o hacia dónde se dirigen.