El agua de la vida
… Y así fue como, con ayuda de los dioses, el poderoso Ki-Fer venció todos los obstáculos y regresó a la tribu con el Agua de la Vida. Mientras duró el agua, llovieron las bendiciones, la caza fue abundante y fácil de capturar y todos los que sufrían heridas o enfermedades se curaban.
Cuando el viejo La-Zen terminó de hablar, todos guardaron silencio durante un buen rato, como de costumbre. Sus historias siempre les impresionaban profundamente. Por fin, Ka-Tun, el jefe, se inclinó hacia delante y empujó un leño en la hoguera, que comenzaba a vacilar. Hubo un fuerte chisporroteo, las llamas se elevaron bruscamente e iluminaron con tintes rojizos y sombras fugaces su rostro barbudo.