Todo comenzó con un molinillo. Al dar vueltas a la manivela sonaba una canción. Fue un regaló de Jaime y Pedro a la abuela con motivo de su cumpleaños, pero el temible Saltodemata se encaprichó con él y decidió robarlo. Aunque los amigos idearon un plan para recuperarlo, las cosas no sucedieron como ellos deseaban y pronto se convirtieron en prisioneros del peligroso bandido. Esta premisa sirve como chispa inicial para una trama en la que se encadenan acontecimientos inesperados, peligros y aventuras, retos cada vez más grandes a los que los protagonistas se enfrentan en una narración inolvidable y adictiva. Tienen los clásicos de literatura infantil el valor de crear un patrimonio imaginario común que trasciende las limitaciones geográficas y generacionales. Obras como El bandido Saltodemata, al igual que otros títulos de Otfried Preussler, han pasado por las manos de niños que ya pueden ser abuelos, de sus hijos y de los niños de hoy en los cinco continentes. Su lectura no sólo sigue siendo muy placentera y estimulante sino que además tiene la virtud de inspirar el juego y sentar las bases de una experiencia literaria compartida.
Todo comenzó con un molinillo. Al dar vueltas a la manivela sonaba una canción. Fue un regaló de Jaime y Pedro a la abuela con motivo de su cumpleaños, pero el temible Saltodemata se encaprichó con él y decidió robarlo. Aunque los amigos idearon un plan para recuperarlo, las cosas no sucedieron como ellos deseaban y pronto se convirtieron en prisioneros del peligroso bandido. Esta premisa sirve como chispa inicial para una trama en la que se encadenan acontecimientos inesperados, peligros y aventuras,... Seguir leyendo
El bandido Saltodemata
Un día la abuela de Jaime estaba moliendo café, sentada al sol, en el banco que había frente a su casita. El día de su cumpleaños, Jaime y su amigo Pedro le habían regalado un molinillo de café nuevo, inventado por ellos mismos: cuando la abuela le daba vueltas a la manivela tocaba su canción favorita: «Mayo hace que todo sea nuevo». A la abuela le distraía ahora tanto moler café que, desde que tenía el nuevo molinillo, tomaba el doble que antes. Ese día también había cargado el molinillo por segunda vez y...