Brunilda en la playa
Era verano y hacía mucho calor. La bruja Brunilda se sentía acalorada y agotada. Bruno, su gato, también.
–Quiero darme un baño, Bruno. Vamos a la playa –dijo Brunilda.
La bruja buscó su toalla de playa y su sombrilla. La bruja saltó sobre su escoba, Bruno saltó al hombro de Brunilda y ambos emprendieron el vuelo. Sobrevolaron ciudades achicharradas, carreteras achicharradas y coches achicharrados; por fin llegaron al mar.
Aunque la playa estaba abarrotada, Brunilda encontró un hueco para su toalla.