Caballo de batalla
Mis primeros recuerdos son imágenes confusas de terreno accidentado, establos húmedos y oscuros y ratas correteando por las vigas sobre mi cabeza. Pero me acuerdo bastante bien del día de la feria de caballos. El terror que sentí me ha acompañado durante toda la vida. No tenía ni siquiera seis meses de edad, un potrillo desgarbado y patilargo que apenas se había alejado unos metros de su madre.