Tres amigos, Adrián, Ana y Bea, descubren que Bruno, el quiosquero recientemente fallecido, les ha dejado un juego de pistas mediante el que pueden conocer a otros ancianos que, como él, están solos. Gracias a ellos y a la buena intención del inspirador de la dinámica, su vida cambiará para siempre. Ahora tendrán compañía y nuevas alegrías, y por supuesto las historias de piratas no desaparecerán. Una novela que habla de la vejez y de la niñez, y de cómo ambas se conectan.
Tres amigos, Adrián, Ana y Bea, descubren que Bruno, el quiosquero recientemente fallecido, les ha dejado un juego de pistas mediante el que pueden conocer a otros ancianos que, como él, están solos. Gracias a ellos y a la buena intención del inspirador de la dinámica, su vida cambiará para siempre. Ahora tendrán compañía y nuevas alegrías, y por supuesto las historias de piratas no desaparecerán. Una novela que habla de la vejez y de la niñez, y de cómo ambas se conectan.
Piratas en zapatillas
Eran casi las siete de la tarde. Estaban sentados en el mismo banco del parque desde las cinco y media, con las piernas colgando, y no parecían tener intención de moverse. Sabían que era hora de volver a casa y, aun así, permanecían inmóviles. Sabían también que, si no volvían pronto, en casa iban a ponerse verdaderamente furiosos. Especialmente sus madres, con el carácter que tenían... Y una madre furiosa es la peor de las fuerzas de la naturaleza. Mucho peor que un huracán, más terrible que un tornado.