Mentiras de verdad
Habían llamado al timbre y, como si adivinase lo que iba a pasar, fue a abrir la puerta mi padre.
Mi madre estaba en el comedor, poniendo la mesa, se oía el tintineo de los cubiertos y los platos. Luis, instalado frente al televisor, hipnotizado por el “Telediario” en blanco y negro, gris y mentiroso, que decía, como siempre, que todo iba bien y que nuestro país era la envidia del mundo.