Reescritura de Robison Crusoe que mereció el prestigioso Premio Goncourt de novela. Tournier pone boca abajo la novela de Defoe y establece una nueva lectura del mito del buen salvaje roussoniano, al narrar cómo Robinson se aleja de la civilización y se acerca a la naturaleza, de la mano de un Viernes que no acepta la servidumbre ni, por supuesto, la superioridad del hombre blanco civilizado.
Reescritura de Robison Crusoe que mereció el prestigioso Premio Goncourt de novela. Tournier pone boca abajo la novela de Defoe y establece una nueva lectura del mito del buen salvaje roussoniano, al narrar cómo Robinson se aleja de la civilización y se acerca a la naturaleza, de la mano de un Viernes que no acepta la servidumbre ni, por supuesto, la superioridad del hombre blanco civilizado.
Viernes o la vida salvaje
Era el atardecer del 29 de septiembre de 1759. De pronto el cielo se ennegreció en la región del archipiélago de Juan Fernández, situado a unos 600 kilómetros de las costas de Chile. La tripulación de la Virginia se reunió en el puente para contemplar las pequeñas llamas que se encendían en los extremos de los mástiles y de las vergas del navío. Eran los fuegos de San Telmo, fenómeno debido a la electricidad atmosférica y que además anuncia una fuerte tormenta. Felizmente, la Virginia, en la que viajaba Robinson, no tenía por qué temer, ni aun de las más violentas tempestades. Era una galeota holandesa, barco más bien redondo, con una arboladura bastante baja, y por tanto, pesado y poco rápido, pero de una estabilidad extraordinaria, incluso con mal tiempo.