Orzowei
Va, ¡cogedle!… ¡cogedle!…
En el ímpetu de la carrera volcaron un caldero, y Amebais, la vieja borracha, salió de la choza lanzando maldiciones contra aquellos diablos que lo tiraban todo al aire.
–Verás cómo… ¡Ya no hay tranquilidad, no! ¡Pero como os coja, haré que os den de latigazos a todos!– chilló dirigiéndose al grupo de muchachos que corrían hacia la selva.