Cinco panes de cebada
Tenía entonces sólo veintiún años, y por eso quizá me sentí tan decepcionada cuando supe que mi destino era un pueblo. Yo siempre había soñado con una escuela tan diferente... La veía moderna, bien instalada, alegre… Pero la vida es así.
—Ni siquiera viene el nombre del pueblo en la Enciclopedia. Debe de ser una birria —dijo mi hermana Sylvia, dejando así mi moral por los suelos.