Contra la barbarie
Mi papagayo ya habría cumplido cuarenta y cinco años, y la cola, que era su único orgullo, habría empezado a pesarle. ¡Cómo me acuerdo de él, de sus exuberantes colores, de su mirada inteligente! Nuestras vidas se cruzaron por caminos insospechados. ¡Un ave enjaulada de tortuosa lengua y un músico de vida nómada por los escenarios del mundo!