El viaje de Omoh
Cuando Omoh se despertó, estaba empapado. Abrazaba un tronco áspero y tenía frío, más del que jamás había sentido. Los dientes le castañeteaban sin parar. Le costó entender dónde estaba. Recordaba la tormenta, a su madre llorando de miedo, el aullido terrible del mar, el viento empujando cada vez con más fuerza las paredes de su cabaña haciéndolas temblar. Todas las luces se habían apagado y la oscuridad era absoluta.