La cruz de El Dorado
Antes de comenzar este relato debo advertir al desprevenido lector que nada hay en mi historia de edificante o ejemplar, sino más bien al contrario, pues se trata de una crónica donde la codicia y el engaño campan por sus fueros.
Aunque, bien mirado, de un mal ejemplo siempre pueden sacarse buenas enseñanzas. Como decía mi padre: “Si quieres conocer a un hombre, no dejes de examinar la lista de sus pecados”. En definitiva, de eso trata mi relato; de mis pecados, de mi desmedida ambición y de las increíbles aventuras en las que, por mi mala cabeza, me vi inmerso.