Ella sabe que no es un niño frustrado, sino una niña hecha y derecha aunque le gusten los insectos, las grúas, vestirse de negro; aunque deteste el rosa, los moños y las princesas. Igual sabe que son auténticos niños Augusto, que cose ropa para sus muñecos, y Carlos, que dibuja flores en sus carritos. Este libro, bellamente ilustrado, constituye una reflexión crítica sobre los roles de género que impone la cultura.
Ella sabe que no es un niño frustrado, sino una niña hecha y derecha aunque le gusten los insectos, las grúas, vestirse de negro; aunque deteste el rosa, los moños y las princesas. Igual sabe que son auténticos niños Augusto, que cose ropa para sus muñecos, y Carlos, que dibuja flores en sus carritos. Este libro, bellamente ilustrado, constituye una reflexión crítica sobre los roles de género que impone la cultura.
Harta del rosa
A mí me encanta el negro. Normalmente a las niñas les encanta el rosa, pero a mí ¡se me sale por los ojos! Algo parecido me pasa con las princesas, las cursilerías de las princesas, con los moños y con las muñecas. Pero cuando se trata del rosa, ¡se me sale por los agujeros de la nariz! Mi mamá dice que soy un niño frustrado. Eso quiere decir que soy como un niño, pero sin serlo. Es como decir “tela de araña” en lugar de “telaraña”; se parece, pero no es lo mismo. Soy una tela de araña: me parezco, pero no lo soy…