La gata Benita busca infructuosamente su cascabel extraviado. Ni el sofá, acostumbrado a tragar cualquier cosa, ni la escoba, que todo lo barre, saben nada de él. Por suerte la mesa, de buena memoria, le recuerda que lo llevaba puesto cuando se subió en ella. Un salto y ¡ahí está, dentro de la pecera! El resto del simpático álbum nos cuenta cómo llegó ahí, qué fue del pez rojo que acompañaba a su amigo azul, y el modo en que ambos, pez y cascabel, volvieron felizmente a su sitio.
La gata Benita busca infructuosamente su cascabel extraviado. Ni el sofá, acostumbrado a tragar cualquier cosa, ni la escoba, que todo lo barre, saben nada de él. Por suerte la mesa, de buena memoria, le recuerda que lo llevaba puesto cuando se subió en ella. Un salto y ¡ahí está, dentro de la pecera! El resto del simpático álbum nos cuenta cómo llegó ahí, qué fue del pez rojo que acompañaba a su amigo azul, y el modo en que ambos, pez y cascabel, volvieron felizmente a su sitio.
El cascabel de la gata
Una mañana, la gata Benita se despertó sobresaltada al oír que la señora Julia la llamaba: - ¡Benita…! ¡Beniitaa…! ¡Beniiitaaa…! ¿Dónde estás, que no oigo tu cascabel?