No es necesario haber leído las tres entregas anteriores para acercarse a esta nueva aventura de la singular Berta Mir, la joven que ejerce de detective porque necesita el dinero para cuidar a su padre, y porque cada caso le descubre algo nuevo de la naturaleza humana, y no puede evitar implicarse. Aquí se le presentan dos, aparentemente sencillos: una niña de 12 años que quiere conocer el paradero de sus padres biológicos, y un niño de 11 que parece sufrir acoso. Pero todo se complica y se ve envuelta en un peligroso asunto en torno a una droga de diseño llamada “martillo blanco”, del que sabrá salir con ingenio pese a los increíbles riesgos que corre. ¡Atrapa!
No es necesario haber leído las tres entregas anteriores para acercarse a esta nueva aventura de la singular Berta Mir, la joven que ejerce de detective porque necesita el dinero para cuidar a su padre, y porque cada caso le descubre algo nuevo de la naturaleza humana, y no puede evitar implicarse. Aquí se le presentan dos, aparentemente sencillos: una niña de 12 años que quiere conocer el paradero de sus padres biológicos, y un niño de 11 que parece sufrir acoso. Pero todo se complica y se ve envuelta en un peligroso asunto en torno a una droga... Seguir leyendo
Berta Mir 4. El caso del martillo blanco
El calabozo olía mal.
Eso era lo peor.
Porque si cerraba los ojos, dejaba de ver, y si me tapaba los oídos, dejaba de escuchar, pero de ningún modo podía dejar de respirar.
Sudor, un vómito en un rincón, alguien que se había orinado encima con la primera bofetada o el primer golpe de porra.
Cómo dolían las malditas porras…
Me restregué el trasero.
Por lo menos era la parte más blanda de mi cuerpo. Miré a la chica que estaba sentada a mi lado en el suelo. Una de las afortunadas, como yo, porque el hacinamiento obligaba a que muchos permanecieran de pie.
Tendría unos dieciséis años, quizás menos, así que lo más probable era que su padre le diese otra tunda al salir.