Primero fue el apagón. Después, el oleaje que asoló las costas. La tercera ola llegó en forma de peste que propagaban las aves. La cuarta fueron los Silenciadores. Cassie espera la quinta ola en su refugio del bosque sin saber qué forma tendrá. Cree que es la única superviviente, aunque está decidida a encontrar a Sams, su hermano de cinco años que, como los demás niños, fue trasladado a un campo de refugiados por el ejército estadounidense. Desde que los Otros llegaron solo hay muerte y desolación en la Tierra. Pero Cassie se equivoca: hay alguien más. Además de Sams y los otros niños-soldado, allí sobrevive Ben Parish, un lejano amor del instituto. Y un chico llamado Evan que la recoge herida tras el ataque de un Silenciador y la cuida en su casa. Ahora Cassie ha recuperado su confianza en el ser humano, pero su instinto le dice que debe seguir sola en el intento de llegar hasta Wrigth-Patterson y encontrar a Sams.
Primero fue el apagón. Después, el oleaje que asoló las costas. La tercera ola llegó en forma de peste que propagaban las aves. La cuarta fueron los Silenciadores. Cassie espera la quinta ola en su refugio del bosque sin saber qué forma tendrá. Cree que es la única superviviente, aunque está decidida a encontrar a Sams, su hermano de cinco años que, como los demás niños, fue trasladado a un campo de refugiados por el ejército estadounidense. Desde que los Otros llegaron solo hay muerte y... Seguir leyendo
La quinta ola
No habrá despertar.
A la mañana siguiente, la mujer dormida no sentirá nada, salvo una leve inquietud y la sensación constante de que la observan. Su ansiedad remitirá en menos de un día y pronto quedará olvidada.
El recuerdo del sueño permanecerá un poco más.
En él, un enorme búho está posado al otro lado de la ventana, observándola a través del cristal con unos ojos gigantescos ribeteados de blanco.
La mujer no despertará, ni tampoco su marido, que duerme junto a ella. La sombra que cae sobre la pareja no perturbará su sueño. Y lo que viene a buscar la sombra, el bebé que espera dentro de la madre, no sentirá nada.
La intrusión no rasga la piel ni viola célula alguna del niño o de la madre.
Acaba en menos de un minuto. La sombra se retira.