Paula quiere ser princesa y se lo dice a su mamá. Pero ésta siempre le ofrece un razonamiento acerca de las posibles princesas en las que ella quiere convertirse: si se convierte en La Bella durmiente dormirá durante cien años, La Cenienta tendrá que hacer todas las tareas de la casa, Rapunzel se quedará sola en la torre hasta que le crezca el pelo, Blancanieves morirá envenenada al morder la manzana que le da la bruja... Al final, la mamá la convence de que ella es la princesa más bonita ¡la princesa Paula!
Paula quiere ser princesa y se lo dice a su mamá. Pero ésta siempre le ofrece un razonamiento acerca de las posibles princesas en las que ella quiere convertirse: si se convierte en La Bella durmiente dormirá durante cien años, La Cenienta tendrá que hacer todas las tareas de la casa, Rapunzel se quedará sola en la torre hasta que le crezca el pelo, Blancanieves morirá envenenada al morder la manzana que le da la bruja... Al final, la mamá la convence de que ella es la princesa más bonita ¡la princesa Paula!
Ser princesa no es un cuento
Paula ya se había bañado, se había secado el pelo, se había lavado los dientes, se había puesto el pijama y se había metido en la cama. -Mamá, ¡Cuando sea mayor voy a ser La bella durmiente!
-¿Seguro? Bueno... pues entonces cuando cumplas quince años te dormirás durante cien años y, cuando te despiertes yo seré viejecita, viejecita, viejecita como una pasa y no podré cogerte en brazos y darte besos.