Santi tiene un amigo imaginario, un dragón. Hasta ahora, sólo se lo podía imaginar, pero el día que tropieza con una alfombra y derrama sobre ella una botella de aceite, el dragón aparece en su habitación. Como no tiene nombre, Santi, lo llama Lumpi lumpi. Juntos viajarán a Marruecos en busca de una alfombra igual a la que el niño manchó. En el camino se encontrarán algunos peligros, y es que no es nada corriente viajar ¡con un dragón azul!
Santi tiene un amigo imaginario, un dragón. Hasta ahora, sólo se lo podía imaginar, pero el día que tropieza con una alfombra y derrama sobre ella una botella de aceite, el dragón aparece en su habitación. Como no tiene nombre, Santi, lo llama Lumpi lumpi. Juntos viajarán a Marruecos en busca de una alfombra igual a la que el niño manchó. En el camino se encontrarán algunos peligros, y es que no es nada corriente viajar ¡con un dragón azul!
En busca de la alfombra maravillosa
Sucedió aquel día en el que Santi había armado un buen lío. Sí, fue justo ese día, es más, para ser precisos fue por la noche, cuando Lumpi Lumpi se presentó por primera vez. Para ser todavía más exactos, no se presentó como Lumpi Lumpi, porque todavía no tenía nombre. Cuando se vieron, Santi dijo: -¡Un placer, -Santi! Y él respondió: -¡Placer mío, dragón! -¿Pero eres tú de verdad?