Queroseno
La habitación estaba vacía, el sol de la tarde de finales de otoño proyectaba una luz pálida sobre el delirante estampado de la colcha. Junto a la puerta había una librería atestada de cómics, novelas gráficas, rotuladores, pinceles, jarras llenas de agua sucia y otros trastos.
El techo y las paredes eran negros, pero estaban decorados con distintos dibujos sobre el mismo motivo: relojes.