En ocasiones, los cuentos tradicionales pecan de truculencia para la sensibilidad actual, a la que resulta incomprensible la brutalidad con la que son tratados los niños; sin embargo, poseen el valor de hablarnos de un tiempo en el que la dureza de las condiciones de vida y la sobriedad educativa convertían la infancia en un lapso demasiado breve y en el que se convertía a los niños en pequeños adultos, con obligaciones inadecuadas para su edad. Algo de esto encontramos en la narración de la peripecia de los hermanos Hansel y Gretel, abandonados a su suerte por unos padres que no pueden mantenerlos y raptados por una bruja que desea devorarlos. Por fortuna, los chavales poseen la astucia suficiente para salir indemnes de los peligros que acechan en el frondoso bosque... Nueva versión del clásico de los hermanos Grimm, a cargo de Tina Meroto y con regalo incorporado, pues el libro incluye un CD con fragmentos de una ópera contemporánea homónima de Engelbert Humperdinck.
En ocasiones, los cuentos tradicionales pecan de truculencia para la sensibilidad actual, a la que resulta incomprensible la brutalidad con la que son tratados los niños; sin embargo, poseen el valor de hablarnos de un tiempo en el que la dureza de las condiciones de vida y la sobriedad educativa convertían la infancia en un lapso demasiado breve y en el que se convertía a los niños en pequeños adultos, con obligaciones inadecuadas para su edad. Algo de esto encontramos en la narración de la peripecia de los hermanos... Seguir leyendo
Hansel y Gretel
Érase un avez una pareja de labradores muy pobres, que tenían dos hijos: un niño, que se llamaba Hansel, y una niña, que sellamaba Gretel.
Una terrible sequía había arruinado sus cosechas y, como apenas tenían comida para pasar el invierno, decidieron abandonar a los niños en el bosque.
-Quizá ellos solos tengan más suerte... -resolvieron los padres.
Esa noche, los labradores se acostaron con una pena inmensa.
Los hermanos, que estaban despiertos, oyeron toda la conversación.
Al principio se sintieron aterrados, pero a Hansel se le ocurrió una idea: salió de casa y se llenó los bolsillos de piedrecitas.