Marta se hace mayor, ha tenido una hermanita y se da cuenta de que sus deseos ya no se hacen realidad, al menos tan rápidamente. Pero, con un poco de paciencia y tenacidad, consigue que la magia que tenía para que sus deseos se cumplieran, no la haya perdido. Una historia con la que los lectores que están creciendo y han quedado "destronados" pueden sentirse identificados. Con humor, un final feliz, sorprendente y ¡rico, rico!
Marta se hace mayor, ha tenido una hermanita y se da cuenta de que sus deseos ya no se hacen realidad, al menos tan rápidamente. Pero, con un poco de paciencia y tenacidad, consigue que la magia que tenía para que sus deseos se cumplieran, no la haya perdido. Una historia con la que los lectores que están creciendo y han quedado "destronados" pueden sentirse identificados. Con humor, un final feliz, sorprendente y ¡rico, rico!
El paraguas rojo
-Papá, ¿puedo llevar el paraguas?
-No, Marta. No está lloviendo.
-¿Y qué?
Papá no contestó, y Marta miró por la ventana. Apretó la frente. Cerró los ojos. Se mordió los labios y deseó y deseó y deseó que lloviera. Volvió a abrirlos, esperanzada. Pero nada: ahí fuera seguía el sol. Y le sacaba la lengua.