La llegada del primer hermano es un momento delicado para el niño, es frecuente que albergue sentimientos encontrados respecto del nuevo miembro de la familia: a la ternura y afán de cuidado que le inspira un ser tan vulnerable como un bebé, se une el disgusto por saberse desplazado del foco de atención de los padres, que pasa de exclusivo a compartido. La familia Cocodrilo no es ajena a esta eventualidad: Carolina, la hasta ahora niña mimada de la casa, se siente destronada por un ser en el que no es capaz de reconocer ninguna virtud: huele mal, babea, es aburrido y, lo peor, ¡ocupa todo el regazo de mamá! Seguro que el mundo está lleno de hermanos más interesantes y sin babas... por eso, a nuestra protagonista se le ocurre un peculiar trueque. Claro que no hay nada como perder algo para percatarse de su auténtico valor. Y un hermano es algo muy, muy valioso. ¿Se dará cuenta Carolina?
La llegada del primer hermano es un momento delicado para el niño, es frecuente que albergue sentimientos encontrados respecto del nuevo miembro de la familia: a la ternura y afán de cuidado que le inspira un ser tan vulnerable como un bebé, se une el disgusto por saberse desplazado del foco de atención de los padres, que pasa de exclusivo a compartido. La familia Cocodrilo no es ajena a esta eventualidad: Carolina, la hasta ahora niña mimada de la casa, se siente destronada por un ser en el que no es capaz de reconocer ninguna virtud: huele mal,... Seguir leyendo
El Cambalache
-Tu hermanito bebé es precioso -dijo mamá Cocodrilo-. Es verde como una oruga y sus ojos son amarillos como la yema del huevo.
Carolina Cocodrilo estaba celosa.
-Huele mal -dijo.
-Adora comer pescado y ranas -dijo mamá Cocodrilo.
Carolina estaba celosa.
-No es divertido -dijo.
-Mira qué hocico tan adorable tiene -dijo mamá Cocodrilo.
Carolina estaba muy muy celosa.
-Babea -dijo.