Novela estremecedora sobre cinco hermanos huérfanos de madre cuyo padre los ha abandonado y que deben sortear las dificultades para conseguir comida y sobrevivir en un ambiente hostil e indiferente. Mediante una estructura compleja que imbrica el pasado de los cinco hermanos –Héctor, María, Robert, David y Manuela– con la experiencia de Nina y David en el centro de adopción, Francisco Montaña logra retratar la cruda realidad de la pobreza y el desamparo de la infancia en un barrio de la capital colombiana. El relato bien puede extrapolarse a otros países latinoamericanos. Los hermanos evitan recurrir al Instituto de Bienestar Familiar pues, aunque este les garantiza el alimento, los separa al ponerlos en adopción. Su unión y compromiso por mantenerse juntos llega a extremos conmovedores y los conduce a una muerte que aterra y que a la vez genera una reflexión profunda en su lector.
Novela estremecedora sobre cinco hermanos huérfanos de madre cuyo padre los ha abandonado y que deben sortear las dificultades para conseguir comida y sobrevivir en un ambiente hostil e indiferente. Mediante una estructura compleja que imbrica el pasado de los cinco hermanos –Héctor, María, Robert, David y Manuela– con la experiencia de Nina y David en el centro de adopción, Francisco Montaña logra retratar la cruda realidad de la pobreza y el desamparo de la infancia en un barrio de la capital colombiana. El relato bien puede extrapolarse... Seguir leyendo
No comas renacuajos
La puerta no estaba trabada. La empujó y solita, como si tuviera ganas de dejarlo pasar, se abrió. Entró al cuarto, se acercó a la mesa donde estaba la cocineta de gas, metió la nariz en una olla y apartó la cara con asco. En el cuarto no estaban sino Héctor, Manuela, metida en su cajoncito, y él; pero Manuela y Héctor estaban dormidos. Y como era Héctor, su hermano mayor, a quien necesitaba, mientras él se despertaba dejó que su miradas se perdiera entre las cosas de la habitación, viendo que no eran muchas: las dos camas donde se acomodaban los mayores, el cajoncito donde ya casi no cabía Manuela, la más chiquita de los cinco hermanos, la mesa donde comían, cocinaban y hacían las tareas, y unas cajas de cartón con la ropa.