Historia de desencuentros entre dos jóvenes de un pueblito del sur de la antigua China, separados por la guerra, contada en dos libros que pueden leerse independientemente o alternando sus capítulos. En éste se sigue la trayectoria de Jian (Espada) quien se ve involuntariamente empujado a convertirse en pirata. Conservará, sin embargo, su amor, sus convicciones y su calidad humana.
El autor incorpora un ingrediente mágico: dos de los espejos mencionados en el título. El tercero, repartido por mitades entre los enamorados al separarse, los mantiene unidos en la distancia y los reúne en el encuentro final. La aventura y los escenarios de tierra y mar suman interés al relato de Sebastián Vargas.
Junto con Tres espejos. Luna, la historia de Espada recibió el Premio “El Barco de Vapor” 2012 de Argentina.
Historia de desencuentros entre dos jóvenes de un pueblito del sur de la antigua China, separados por la guerra, contada en dos libros que pueden leerse independientemente o alternando sus capítulos. En éste se sigue la trayectoria de Jian (Espada) quien se ve involuntariamente empujado a convertirse en pirata. Conservará, sin embargo, su amor, sus convicciones y su calidad humana.
El autor incorpora un ingrediente mágico: dos de los espejos mencionados en el título. El tercero, repartido por mitades entre los enamorados al separarse,... Seguir leyendo
Tres espejos. Espada
También podría comenzar esta historia diciendo que el viento de la noche había alejado las nubes hacia el oeste. Iluminado por el suave resplandor de la mañana, Jian Deyán, un joven campesino de quince años, estuvo trabajando desde temprano y luego llevó su caballo Tuki hasta el arroyo para beber y limpiarse.
Sin embargo, si en ese momento Jian hubiera sabido qué futuro le esperaba, si yo le hubiera anticipado qué destino estaba tocando a su puerta, seguramente se habría reído en mi cara. Porque la historia de Jian recién estaba por comenzar, allí, junto al arroyo.
Allí, junto al arroyo, una jovencita se acercaba, cantando. Aunque estaba bastante lejos, Jian pudo ver que tenía grandes ojos oscuros, que contrastaban con su piel muy clara.
Entonces decidió entrar él mismo al arroyo, tirando de las riendas, hasta que Tuki y él quedaron en el centro de la corriente. Era imposible que ella no lo hubiera visto.