J. y Elena se alejan de la vida citadina persiguiendo el sueño de vivir en medio de la naturaleza y frente al mar. Desde un comienzo, la voz narrativa advierte sobre la muerte futura de J. y el lector asiste a cada situación con la expectativa de su asesinato y de la emergencia de la brutalidad, lo que intensifica la tensión narrativa de toda la novela. La fatalidad se entrevé en cada situación y en la paulatina descomposición de la relación entre Elena y J., sus fracasos de emprendimiento económico, la emergencia de una agresividad cada vez más violenta y la decadencia personal de dos seres que se van consumiendo en el alcohol y la insatisfacción. Esta es la primera novela de Tomás González, basada en hechos reales, y que trae ya en sí la destreza narrativa de este escritor emblemático de las letras colombianas.
J. y Elena se alejan de la vida citadina persiguiendo el sueño de vivir en medio de la naturaleza y frente al mar. Desde un comienzo, la voz narrativa advierte sobre la muerte futura de J. y el lector asiste a cada situación con la expectativa de su asesinato y de la emergencia de la brutalidad, lo que intensifica la tensión narrativa de toda la novela. La fatalidad se entrevé en cada situación y en la paulatina descomposición de la relación entre Elena y J., sus fracasos de emprendimiento económico, la emergencia de una... Seguir leyendo
Primero estaba el mar
El equipaje iba arriba, en el techo del bus. Eran dos maletas de cuero con la ropa de ambos, un baúl cuadrado con los libros de él, y la máquina de coser de ella. Todo viajaba entre racimos de plátano, bultos de arroz, paquetes grandes con panelas –envueltos en hojas secas de plátano– y otras maletas.
Elena y J. iban para el mar.
Pararon en pueblos polvorientos. Elena y J. se bajaban del bus, entumecidos, e iban a tomar café en establecimientos que olían a orinal; individuos ventrudos se sentaban allí a inundar sus infinitas tripas con el color dorado de la cerveza.