Érase que se era un hombrecito que parecía haber perdido la alegría de vivir, ahogado por la rutina y por esos trajes invariablemente grises que insistía en vestir; la monotonía presidía su vida y los sueños porque... ¿tenía sueños nuestro pequeño oficinista? Pues claro, todos tenemos aspiraciones y anhelos que queremos ver cumplidos algún día, si es posible, no muy lejano. Pero para que estos se cumplan, como los mayores sabemos bien, hace falta mucha voluntad y un poco de suerte. Y eso, justamente, es lo que le sucederá a nuestro protagonista, como si el autor de este entrañable relato quisiera hacernos partícipes de un secreto: también la plenitud y la felicidad aguarda a los humildes, a la gente corriente. La recopilación de cuentos breves como El hombrecito vestido de gris se convirtió en un hito de la literatura infantil de los setenta, época en la que se reivindicó especialmente una literatura para niños que ofreciese autoafirmación y esperanza frente a una sociedad que lastre la emoción y los deseos. Obtuvo el Premio Lazarillo en 1977 y ha sido reeditado en 2019 cuando se cumplen ocho años de la desaparición del emblemático ilustrador madrileño que firma la colección de imágenes que acompañan al texto.
Érase que se era un hombrecito que parecía haber perdido la alegría de vivir, ahogado por la rutina y por esos trajes invariablemente grises que insistía en vestir; la monotonía presidía su vida y los sueños porque... ¿tenía sueños nuestro pequeño oficinista? Pues claro, todos tenemos aspiraciones y anhelos que queremos ver cumplidos algún día, si es posible, no muy lejano. Pero para que estos se cumplan, como los mayores sabemos bien, hace falta mucha voluntad y un poco de suerte. Y eso,... Seguir leyendo
El hombrecito vestido de gris y otros cuentos
EL HOMBRECITO VESTIDO DE GRIS
Había una vez un hombre
que siempre iba vestido de gris.
Tenía un traje gris,
tenía un sombrero gris,
tenía una corbata gris y un bigotito gris.
El hombrecito vestido de gris
hacía cada día las mismas cosas.
Se levantaba al son del despertador.
Al son de la radio,
hacía un poco de gimnasia.
Tomaba una ducha,
que siempre estaba bastante fría;
tomaba el desayuno, que siempre estaba bastante caliente;
tomaba el autobús,
que siempre estaba bastante lleno;
y leía el periódico,
que siempre decía las mismas cosas.