Una noche en que Mile no concilia el sueño, acostada en su chinchorro en una ranchería de la Guajira, su familia es atacada por una ráfaga de disparos que acaba con la vida de su cabra Kauala y destroza la vivienda familiar. A raíz del ataque, Mile y su familia deben dejar atrás todas sus pertenencias, dispersarse y huir de la violencia. El desarraigo de su tierra y de su comunidad indígena wayuu les pesa. Llegan a un entorno citadino, a vivir en barrios de invasión, sufrir hambre, escasez y pobreza mientras buscan que el palabrero wayuu medie en el conflicto y logre acallar la sed de venganza que les impide volver sin ser rechazados o atacados por sus antiguos vecinos. La razón detrás: Mile descubre un delito por casualidad y se convierte en una víctima más del desplazamiento forzado que aqueja a centenares de colombianos. Novela ganadora del II Premio de literatura infantil El Barco de Vapor-Biblioteca Luis Ángel Arango en 2009.
Una noche en que Mile no concilia el sueño, acostada en su chinchorro en una ranchería de la Guajira, su familia es atacada por una ráfaga de disparos que acaba con la vida de su cabra Kauala y destroza la vivienda familiar. A raíz del ataque, Mile y su familia deben dejar atrás todas sus pertenencias, dispersarse y huir de la violencia. El desarraigo de su tierra y de su comunidad indígena wayuu les pesa. Llegan a un entorno citadino, a vivir en barrios de invasión, sufrir hambre, escasez y pobreza mientras buscan que el palabrero wayuu... Seguir leyendo
El mordisco de la medianoche
Todos dormían en la ranchería de lagarto verde. Todos, menos Mile.
La niña tenía un extraño presentimiento después del peligrosos episodio que había vivido, una semana atrás, cerca al faro. Se movía de un lado a otro del chinchorro. Cerró los ojos y se quedó quieta, quizás así volvería el sueño esquivo. De pronto sintió que su cabra Kauala la llamaba por su nombre al oído, se despertó completamente y ya no pudo volver a dormir.
Estuvo un rato alerta. La noche era oscura, A lo lejos se oían las olas del mar y por momentos se acentuaba el silbido del viento en medio del desierto. Mile puso atención al tranquilo ritmo de la respiración de sus padres, su abuela, sus tíos y sus primos. Volvió a cerrar sus ojos pesados. Cuando empezaba a dormirse de nuevo, una cabra baló. Una, dos , tres veces. Unos pasos rápidos fuera de la casa le hicieron dudar si estaba en vigilia o dormía.