Que el humor puede dar cuenta de la realidad con mayor honradez, mejor estilo y más encanto que muchos sesudos ensayos es algo sabido, pero qué divertido resulta comprobarlo ojeando las páginas de esta compilación de viñetas que -pese a lo que promete su título- no habla tanto de la literatura como de sus derredores, esos que conforman lo que conocemos como 'mundillo literario'. Escritores a quienes ha abandonado la musa, ediitores poco escrupulosos a la caza de un bombazo de ventas, mercadotecnia consumista como fenómeno paraliterario, la egolatría de quienes se ven aupados al Olimpo de las letras, lectores que no lo son tanto, el prestigio de definirse como lector y otras tantas situaciones cotidianas están presentes en este delicioso volumen, que hace de la comicidad refinada un emblema del humor que propone el prestigioso semanario The New Yorker, icono del periodismo occidental y una de las publicaciones que cuenta con una nómina más destacada de colaboradores en su sección de humor gráfico. Para espíritus letraheridos... y socarrones.
Que el humor puede dar cuenta de la realidad con mayor honradez, mejor estilo y más encanto que muchos sesudos ensayos es algo sabido, pero qué divertido resulta comprobarlo ojeando las páginas de esta compilación de viñetas que -pese a lo que promete su título- no habla tanto de la literatura como de sus derredores, esos que conforman lo que conocemos como 'mundillo literario'. Escritores a quienes ha abandonado la musa, ediitores poco escrupulosos a la caza de un bombazo de ventas, mercadotecnia consumista como fenómeno... Seguir leyendo
Los libros en 'The New Yorker'
[La madre de Mark Twain] - "¿Todavía escribes esos cuentecitos tuyos?"
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-"Me aseguro de pasar al menos seis horas al día delante de mi máquina de escribir, aunque no se me ocurra nada".
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-"No le hagas caso. Es ese tipo que está escribiendo mi autobiografía no autorizada".
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-"Mira, y no te lo digo porque seas mi marido, es malísimo".