El mar augura tormenta, pero el padre de los mellizos Mario y Javier, dueño de un hotel de cabañas situado en una playa en inmediaciones de Tolú, desafía el sabio repliegue de los pescadores que se niegan a salir a pescar. Los tres abordan la lancha y cargan en ella, más que la pesca, el resentimiento y el odio acumulado durante toda una vida. Hora tras hora afloran los dolores que ahogan a cada personaje en su propia desdicha y el aire se enrarece, la agresividad se respira. La carga telúrica responde a los abismos interiores de los personajes. La madre de los mellizos aguarda en el hotel de cabañas, enloquecida por el desamor y acompañada por un coro de voces cual tragedia griega, presagia el desastre que se aviene. Los turistas, espectadores del paisaje, acompañan el desastre desde una polifonía de miradas, todas posicionadas a distancias insalvables.
El mar augura tormenta, pero el padre de los mellizos Mario y Javier, dueño de un hotel de cabañas situado en una playa en inmediaciones de Tolú, desafía el sabio repliegue de los pescadores que se niegan a salir a pescar. Los tres abordan la lancha y cargan en ella, más que la pesca, el resentimiento y el odio acumulado durante toda una vida. Hora tras hora afloran los dolores que ahogan a cada personaje en su propia desdicha y el aire se enrarece, la agresividad se respira. La carga telúrica responde a los abismos interiores de los personajes.... Seguir leyendo
Temporal
Sábado, 4 a. m.
Mario acomodó con rabia, pero con cuidado, los dos remos en la lancha y fue a la casa del padre por los bidones de gasolina. Ya Javier había traído los enfriadores con el hielo y las garrafas de agua, y estaría ahora en su casa, hirviendo los huevos del desayuno y colando el café para los termos. Mario había nacido dos horas después que Javier y deseaba con frecuencia no haber nacido nunca. La lancha, de diez metros de largo, era de color azul cielo, en fibra de vidrio, y sobre una de sus bancas había una lámpara Coleman encendida. A pesar del frío de la hora, Mario iba sin camisa. El calor del rencor hacia su padre le bastaba.