Una conversación entre dos niños, con una pregunta sobre quién era el mejor héroe, nos hace meternos de lleno en el primer cuento escrito por Antonio Tabuchi. Una narración con personajes infantiles, dos niños y una niña pero que no es un cuento infantil. Narrado por uno de ellos, cuenta las aventuras, las confidencias de estos y la llegada anual del circo con Irma Sirena. Con un lenguaje conciso, con detalles secundarios como el que los niños lean El Aventurero, que silben Chiribiribín o poner un periódico en el pecho para no coger una bronquitis, el autor escribe un relato donde los límites entre lo real y lo imaginario no están claros. Podríamos decir que hubiera dos partes; una primera, real, en la que se nos presenta a Irma, la sirena, que es una atracción de circo y que nunca puede salir de su carromato para jugar con los niños. Un día les muestra que su cola es de goma, y termina cuando Natalino, uno de los niños, dice que "Irma Sirena es una sirena". La segunda parte, más fantástica o imaginaria, comenzaría con un paisaje nocturno donde se ve a Natalino en bicicleta y narra cómo el niño ayudó a Irma a escapar para que fuera libre.
Una conversación entre dos niños, con una pregunta sobre quién era el mejor héroe, nos hace meternos de lleno en el primer cuento escrito por Antonio Tabuchi. Una narración con personajes infantiles, dos niños y una niña pero que no es un cuento infantil. Narrado por uno de ellos, cuenta las aventuras, las confidencias de estos y la llegada anual del circo con Irma Sirena. Con un lenguaje conciso, con detalles secundarios como el que los niños lean El Aventurero, que silben Chiribiribín o poner... Seguir leyendo
Irma Sirena
¿Quién era mejor, Mandrake o Flash Gordon?
Sobre eso discutíamos Natalino y yo.
Él se acercaba por la tarde en bicicleta.
La tarde era carmesí. Natalino hablaba
natalínico y le hubiera gustado
aprender a volar.
Todo esto sucedía hace un millón de años,
en mi ayer: el ayer de aquellos niños
que hoy son mayores.