Desde que nació, Lazslo mantiene una actitud cómplice con una peculiar compañera de piso que vive agazapada en algunos de los rincones de su hogar, aguardando el inocente saludo diario de su pequeño interlocutor. Uno de los miedos atávicos de nuestra especie es la oscuridad, que nos vuelve vulnerables y nos deja a merced de peligros sobre los que resulta tentador fantasear. Sin embargo, la oscuridad que retrata Snicket -ayudado del trazo tierno, amable y de reminiscencias setenteras de Klassen, magnífico creador de atmósferas- es, paradójicamente, luminosa, pues lejos de resultar amenazante, se convierte en uno de los resortes que ayudan al niño a superar sus miedos y a armarse de coraje ante las dificultades que habrá de sortear al lo largo de su existencia, pues, a menudo, en la fortaleza interior reside el dominio de la adversidad. Delicado y elegante álbum, con uno de los finales más afortunados que recordamos.
Desde que nació, Lazslo mantiene una actitud cómplice con una peculiar compañera de piso que vive agazapada en algunos de los rincones de su hogar, aguardando el inocente saludo diario de su pequeño interlocutor. Uno de los miedos atávicos de nuestra especie es la oscuridad, que nos vuelve vulnerables y nos deja a merced de peligros sobre los que resulta tentador fantasear. Sin embargo, la oscuridad que retrata Snicket -ayudado del trazo tierno, amable y de reminiscencias setenteras de Klassen, magnífico creador de... Seguir leyendo
La oscuridad
Laszlo le tenía miedo a la oscuridad.
La oscuridad vivía en la casa de Laszlo, un lugar enorme con un techo que chirriaba, ventanas transparentes y frías y muchos tramos de escaleras.
A veces, la oscuridad se escondía en el armario. A veces, se sentaba detrás de la cortina de la bañera.
Pero la mayor parte del tiempo la pasaba en el sótano...