Oso y marmota son amigos y juegan juntos. Marmota no quiere compartir a Oso con nadie más y pone un cartel en la puerta para no recibir visitas. Pero, las cosas casi nunca suceden como uno se las imagina y, al contrario de lo que deseaba Marmota, la casa de Oso se llena de animales y de diversión. Un álbum que trata con sensibilidad y distanciamiento un tema cotidiano: los celos y la intolerancia. Las ilustraciones simpáticas y expresivas, en colores ocres, refejan muy bien el tono y los escenarios donde transcurre la historia.
Oso y marmota son amigos y juegan juntos. Marmota no quiere compartir a Oso con nadie más y pone un cartel en la puerta para no recibir visitas. Pero, las cosas casi nunca suceden como uno se las imagina y, al contrario de lo que deseaba Marmota, la casa de Oso se llena de animales y de diversión. Un álbum que trata con sensibilidad y distanciamiento un tema cotidiano: los celos y la intolerancia. Las ilustraciones simpáticas y expresivas, en colores ocres, refejan muy bien el tono y los escenarios donde transcurre la historia.
Los fantasmas no llaman a la puerta
Oso y Marmota se encuentran cada tarde. Juegan a los dardos y a encontrar tesoros escondidos. Oso baila y Marmota canta, como si fueran estrellas. Los dos se mueren de risa.
Al atardecer se tumban bajo los árboles y contemplan los dibujos que las ramas y las hojas plasman en el cielo. Una tarde fría como un cubito de hielo, Oso anunció con una sonrisa.
-Hoy vendrá Pato a jugar con nosotros.
A Marmota no le gustaba Pato. Ni Pato ni ningún otro animal que viniera a estropear sus tardes con Oso.