Pie Grande, un cazador furtivo vecino de la protagonista, ha aparecido muerto en extrañas circunstancias en medio de la noche. Junto a Pandedios esperan a que llegue la policía. No sospechan que se trata del capítulo inicial de una serie de asesinatos que pondrán en vilo a los habitantes de una zona de Polonia.
Janina Duszejko es mayor y vive sola, tiene demasiado tiempo para pensar y analizar lo que está ocurriendo, y pronto se lanza a la aventura de intentar desenmascarar el secreto que esconde cada presunto homicidio.
La narración, en primera persona, está envuelta de una atmósfera inquietante y melancólica, con los versos de William Blake resonando a cada esquina, y sumergen con maestría al lector en las reflexiones, motivaciones y sentimientos de la protagonista, obsesionada con la Astrología. Con un excelente trabajo de caracterización tanto de las amistades de Janina como del resto de personajes que desfilan entre sus páginas, también ofrece una ventana privilegiada para conocer el paisaje y la cultura local, y especialmente la extendida afición por la caza en todas sus vertientes, frente a la que la autora realiza una velada reivindicación de los derechos de los animales e incluso de la dieta vegetariana.
Pie Grande, un cazador furtivo vecino de la protagonista, ha aparecido muerto en extrañas circunstancias en medio de la noche. Junto a Pandedios esperan a que llegue la policía. No sospechan que se trata del capítulo inicial de una serie de asesinatos que pondrán en vilo a los habitantes de una zona de Polonia.
Janina Duszejko es mayor y vive sola, tiene demasiado tiempo para pensar y analizar lo que está ocurriendo, y pronto se lanza a la aventura de intentar desenmascarar el secreto que esconde cada presunto homicidio.
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Sobre los huesos de los muertos
He llegado a una edad y a un estado en que cada noche antes de acostarme debería lavarme los pies y arreglarme a conciencia por si tuviera que venir a buscarme la ambulancia.
Si aquella noche hubiera consultado el libro de las efemérides para saber qué sucedía en el cielo, jamás me hubiera ido a acostar. Pero en lugar de eso caí en un sueño profundo, gracias a una infusión de lúpulo que acompañé con dos grageas de valeriana.