La editorial Kalandraka inaugura la interesante y prometedora colección Puntos cardinales cuyo fin es recoger testimonios de los grandes nombres de la Literatura Infantil y Juvenil (autores, ilustradores, editores...) Roberto Innocenti, premio Hans Christian Andersen en 2008, por destacar una de las muchas distinciones que ha tenido, comparte reflexiones e imágenes de su obra en una larga entrevista, amena y exhaustiva, que interesará a los jóvenes con afición por el dibujo. Rossana Dedola conduce al lector por la infancia de Roberto, su vida con sus tíos-abuelos, los recuerdos de la guerra y cómo muchas de esas vivencias han sido plasmadas en algunos de sus libros (Rosa Blanca o La historia de Erika). Contiene interesantes reflexiones sobre el arte de ilustrar, sobre el momento actual que vive el gremio o su visión acerca del papel que juegan los editores, datos que alterna con otros más anecdóticos como los diferentes trabajos que realizó antes de dedicarse a ilustrar plenamente.
Una obra imprescindible que incluye una selección de algunas de las mejores ilustraciones concebidas por el autor, muchas de las cuales ya forman parte del imaginario colectivo, a lo largo de su ya larga trayectoria profesional.
La editorial Kalandraka inaugura la interesante y prometedora colección Puntos cardinales cuyo fin es recoger testimonios de los grandes nombres de la Literatura Infantil y Juvenil (autores, ilustradores, editores...) Roberto Innocenti, premio Hans Christian Andersen en 2008, por destacar una de las muchas distinciones que ha tenido, comparte reflexiones e imágenes de su obra en una larga entrevista, amena y exhaustiva, que interesará a los jóvenes con afición por el dibujo. Rossana Dedola conduce al lector... Seguir leyendo
El cuento de mi vida
Un guiño en la guerra
¿Cómo era tu familia, cómo eran tus padres?
No tuve familia. Mejor dicho, no tuve padres. Los que me dieron la vida nunca vivieron conmigo. Yo vivía con mis tíos paternos porque mi padre era un inmaduro y mi madre era una mujer débil, pasiva. Con el tiempo, se acabaron seprando. En aquella época no existía el divorcio: todo era un drama, con pleitos, familias destrozadas, familiares enfrentados entre sí... Mi madre tampoco vivía con nosotros. Mis hermanos estaban en casa de mi padre, pero mi padre paraba muy poco en su casa. Era vidriero, un opeario especializado.