Una sutil ingeniería de papel escala la secuencia que nos presenta a distintos animales iniciando los primeros compases del sueño. Las constelaciones y algunos planetas, incluidos en las guardas con tinta similar a la luminiscente, nos anuncian que acaba de llegar la noche, momento en el que –en teoría- todos nos vamos a dormir. Sin embargo Oso Pequeño no lo tiene tan claro. En los distintos escenarios, coloristas, casi mágicos, el protagonista aún tiene fuerzas para aguantar y jugar un rato más. Tal vez porque, como bien nos recuerda el autor, “no hay soñador demasiado pequeño ni sueño demasiado grande”. Excelente propuesta para leer en compañía en ese momento de silencio tan especial que ofrece el final del día.

Una sutil ingeniería de papel escala la secuencia que nos presenta a distintos animales iniciando los primeros compases del sueño. Las constelaciones y algunos planetas, incluidos en las guardas con tinta similar a la luminiscente, nos anuncian que acaba de llegar la noche, momento en el que –en teoría- todos nos vamos a dormir. Sin embargo Oso Pequeño no lo tiene tan claro. En los distintos escenarios, coloristas, casi mágicos, el protagonista aún tiene fuerzas para aguantar y jugar un rato más. Tal vez porque, como bien nos... Seguir leyendo