Iván es un niño que no entiende muchas cosas y utiliza su telescopio para buscar las respuestas en el cielo. Una noche, mientras observa atentamente las estrellas, observa como un meteorito cae cerca de él. Lo guarda y por la noche empieza a sentirse mal. Tiene fiebre alta y no cesa de escuchar una voz en su cabeza: es el virus de la suerte y provoca que todo lo que desee Iván se cumpla. Pero su ansiedad y desconsuelo no se aplacan. Desea que todo sea como antes y que su padre, a quien busca realmente en sus largas observaciones, vuelva. Aliaga trata con sensibilidad y empatía el tema de la muerte de un ser querido, poniéndose en el lugar del niño que busca y no sabe cómo expresar lo que siente.
Iván es un niño que no entiende muchas cosas y utiliza su telescopio para buscar las respuestas en el cielo. Una noche, mientras observa atentamente las estrellas, observa como un meteorito cae cerca de él. Lo guarda y por la noche empieza a sentirse mal. Tiene fiebre alta y no cesa de escuchar una voz en su cabeza: es el virus de la suerte y provoca que todo lo que desee Iván se cumpla. Pero su ansiedad y desconsuelo no se aplacan. Desea que todo sea como antes y que su padre, a quien busca realmente en sus largas observaciones,... Seguir leyendo
El virus de la suerte
Desde hacía unas semanas, Iván tenía un nudo en la garganta.
No era un nudo sencillo, como los que se hacen en los pañuelos de tela para guardar los dientes bajo la almohada, ni un nudo de lazo, de aquellos con los que se atan los zapatos. Tampoco era un nudo de corbata; y eso que hay montones de ellos: el nudo simple, el cruzado, el inglés, el americano...
No. El nudo que Ivan tenía en la garganta desde hacía unas semanas era un nudo marinero: uno de esos nudos gigantescos e imposibles que se hacen en las cuerdas de los barcos para amarrarlos a puerto.