Grassa Toro y Arnal Ballester han creado un original artefacto gráfico, a medio camino entre el cuento y el juego de mesa, que habla sin tapujos de los horrores de la guerra a través de la historia del Teniente Puesto, posteriormente ascendido a Capitán. El relato, fragmentado en veinte pequeños capítulos, tiene su equivalente en un tablero con sesenta y tres casillas, que recuerda especialmente a la estructura de la popular “Oca”. El militar protagonista, un cruel ludópata, en su afán desmedido por destacar no duda en apostar su propia pierna y perderla en uno de los lances de la historia. A partir de ahí, el lector puede participar en el divertimento, ilustrado con estética vintage y con la maestría y sello personal del gran artista, que rezuma humor negro por los cuatro costados. Con ayuda del mediador los niños pueden darse cuenta de las verdaderas consecuencias de los conflictos bélicos.
Grassa Toro y Arnal Ballester han creado un original artefacto gráfico, a medio camino entre el cuento y el juego de mesa, que habla sin tapujos de los horrores de la guerra a través de la historia del Teniente Puesto, posteriormente ascendido a Capitán. El relato, fragmentado en veinte pequeños capítulos, tiene su equivalente en un tablero con sesenta y tres casillas, que recuerda especialmente a la estructura de la popular “Oca”. El militar protagonista, un cruel ludópata, en su afán... Seguir leyendo
Una pierna
1. Al Teniente Puesto le gustaba jugar. No, esa frase es mejor tacharla porque puede confundirnos. Al Teniente Puesto le gustaba apostar. Apostaba un millón, mil millones, mil millones de millones. Unas veces ganaba y otras perdía.
2. Una noche de mucho invierno, llena de oscuridades, el Teniente Puesto apostó cincuenta mil millones y los perdió; apostó una casa con tejado y la perdió; apostó su perro y lo perdió.