Arturo. Caminos cruzados
El primer día de mi nueva vida empezó con hielo y concluyó con llamas.
Me despabilé en cuanto abrí los ojos. Bajo mi piel de tejón se estaba caliente y me quede un rato quieto, como un cazador al acecho. Recorri con la mirada la sala de altas paredes donde duermo casi todos los días de mi vida. Intenté despertar a mis hemanos haciéndoles muecas.