La colaboración de dos figuras irrepetibles en diferentes disciplinas artísticas (narrativa e ilustración), cristaliza en una exquisitez literaria que en la presente edición cuenta con un broche de oro, el relato original de Nathaniel Hawthorne que inspiró a Stephen King a la hora de escribir la historia. Gary reside en un entorno rural en el que se ha curtido a base de experiencias, algunas traumáticas como el fallecimiento de su hermano. En una de sus andanzas, una jornada de pesca en el rio, asiste al suceso extraordinario que marcará su existencia: el encuentro con un personaje de inquietante fisionomía que profetiza algunos de los sufrimientos que asolan su periplo vital. Ahora, anciano, el protagonista reúne fuerzas para rememorar aquel espantoso momento, un vis a vis con el mismísimo diablo transformado en imágenes con la inconfundible magia y sensibilidad de Ana Juan. Cada estampa, una vez más, constituye un abrumador ejercicio de estilo que potencia de forma exponencial todos los matices que ofrece esta crónica angustiosa. Imprescindible para los amantes de la literatura más oscura, fue galardonado en la Convención Mundial de Fantasía que se celebra anualmente en Estados Unidos desde los años setenta.
La colaboración de dos figuras irrepetibles en diferentes disciplinas artísticas (narrativa e ilustración), cristaliza en una exquisitez literaria que en la presente edición cuenta con un broche de oro, el relato original de Nathaniel Hawthorne que inspiró a Stephen King a la hora de escribir la historia. Gary reside en un entorno rural en el que se ha curtido a base de experiencias, algunas traumáticas como el fallecimiento de su hermano. En una de sus andanzas, una jornada de pesca en el rio, asiste al suceso... Seguir leyendo
El hombre del traje negro
Ahora soy un hombre muy viejo, y esto es algo que me ocurrió cuando era muy joven, con sólo nueve años. Fue en 1914, el verano después de que mi hermano Dan muriera en un prado y tres años antes de que Estados Unidos entrara en la Primera Guerra Mundial. Nunca lo he contado a nadie lo que ocurrió en la bifurcación del río aquel día, y nunca lo haré... al menos de palabra. Sin embargo, he decidido escribirlo en este libro que dejaré en la mesilla junto a mi cama.