Dice un viejo proverbio que cuando un anciano muere en África es como si desapareciese una inmensa biblioteca. Nelson Mandela, consciente del valioso acervo cultural de su pueblo, prologa y selecciona una rica antología que recoge la esencia de la tradición oral, actualizada e ilustrada por un heterogéneo grupo de autores y artistas, a través de relatos procedentes de diferentes rincones del continente. Aunque es imposible precisar el origen real de cada cuento el mapa introductorio da una idea del abundante material consultado, compuesto en su mayor parte por leyendas protagonizadas por animales salvajes y personajes fantásticos que se relacionan con los habitantes de cada aldea. La propuesta gráfica sirve para descubrir (o redescubrir en algunos casos) el trabajo del interesante colectivo de dibujantes nacidos en ese rincón del planeta. Una edición de gran calidad que incorpora glosario (dada la gran abundancia de términos pertenecientes a las diferentes jergas locales); referencias completas de todos los autores y propuestas alternativas para ampliar información o descubrir más historias ambientadas en la siempre inspiradora tierras africana.
Dice un viejo proverbio que cuando un anciano muere en África es como si desapareciese una inmensa biblioteca. Nelson Mandela, consciente del valioso acervo cultural de su pueblo, prologa y selecciona una rica antología que recoge la esencia de la tradición oral, actualizada e ilustrada por un heterogéneo grupo de autores y artistas, a través de relatos procedentes de diferentes rincones del continente. Aunque es imposible precisar el origen real de cada cuento el mapa introductorio da una idea del abundante material consultado, compuesto en su mayor... Seguir leyendo
Mis cuentos africanos
Un buen día, una extraña ave llegó a un poblado arropado por los cerros. A partir de entonces, no volvió a haber seguridad. Lo que los aldeanos plantaban en los campos desaparecía por la noche. El número de ovejas, cabras y gallinas menguaba de mañana en mañana. E incluso a plena luz del día, mientras la gente trabajaba en el campo, la gigantesca ave forzaba la entrada de almacenes y graneros y les robaba las provisiones guardadas para el invierno.