La fidelidad que los perros, y otras mascotas, demuestran a sus amos es un tema que ha servido como hilo conductor para otras grandes historias de la literatura infantil y juvenil. En esta ocasión Gabriel Gay afronta esta relación de lealtad extrema desde el humor y el juego, a través de una llamativa paleta cromática, con la que tiñe a sus personajes protagonistas (diversos animales humanizados cuyo trabajo en cadena posibilita algunos cambios en la situación del niño hospitalizado). La historia comienza con un perro, el personaje principal, que corre veloz tras la ambulancia en la que se traslada a un pequeño enfermo. La espera, a las puertas del hospital, está llena de incertidumbres y el can decide pasar a la acción a partir de la charla con un gato callejero. Este se brinda a compartir un mensaje para el recién ingresado. Es el inicio de una sucesión de acciones, llevadas a cabo por distintos animales, que cristaliza en un óptimo desenlace. La fórmula del autor para sanar enfermedades es hilarante e ingeniosa. El juego del teléfono estropeado articula un relato ideal para disfrutar en la mejor compañía o aliviar largas tardes de convalecencia de todos aquellos lectores que no se encuentren bien al cien por cien.
La fidelidad que los perros, y otras mascotas, demuestran a sus amos es un tema que ha servido como hilo conductor para otras grandes historias de la literatura infantil y juvenil. En esta ocasión Gabriel Gay afronta esta relación de lealtad extrema desde el humor y el juego, a través de una llamativa paleta cromática, con la que tiñe a sus personajes protagonistas (diversos animales humanizados cuyo trabajo en cadena posibilita algunos cambios en la situación del niño hospitalizado). La historia comienza con un perro, el personaje... Seguir leyendo
Mensaje importante
¡Guau! ¡Guau! Un perro corre a toda velocidad detrás de la ambulancia.
Llama a su amo, que está dentro.
¡Demasiado tarde! Cuando llega, la reja ya está cerrada.
¡Guau! ¡Guau! El perro ladra y ladra, pero su amo no lo oye.