Ha llegado la hora de desvelar el gran secreto. La amistad de Felicia, una vitalista anciana a la que no le gusta la soledad, y Tina, la tortuga con la que convive en su pequeño hogar, se basa en un rito mágico que se repite cada noche. Esa enternecedora ceremonia permite a cada una experimentar una jornada diferente y saborear actividades que nunca tienen oportunidad de realizar. La vejez deja de ser un problema físico y Felicia consigue nadar y descansar. La condición de irracional desaparece de la identidad de Tina y descubre los placeres del cine, el sabor de un helado o de una velada en buena compañía. Pero hay una condición que siempre, siempre deben cumplir, y si un día fallan puede traer consecuencias. Las ilustraciones, perfiladas con pinturas de madera y grafitos antes del retoque digital final, esconden bonitos homenajes y conforman un colorido paisaje para diluir la nostalgia y la añoranza de quien está llegando al final de sus días. Una visión imaginativa y optimista para compartir, por ejemplo, en una jornada lectora entre abuelos y nietos.
Ha llegado la hora de desvelar el gran secreto. La amistad de Felicia, una vitalista anciana a la que no le gusta la soledad, y Tina, la tortuga con la que convive en su pequeño hogar, se basa en un rito mágico que se repite cada noche. Esa enternecedora ceremonia permite a cada una experimentar una jornada diferente y saborear actividades que nunca tienen oportunidad de realizar. La vejez deja de ser un problema físico y Felicia consigue nadar y descansar. La condición de irracional desaparece de la identidad de Tina y descubre los placeres del cine, el... Seguir leyendo
Las tortugas nunca duermen
Felicia y su tortuga Tina vivían muy unidas.
Durante el día Felicia le contaba a Tina las increíbles aventuras que había vivido.
Las dos se acompañaban a paso de tortuga
del salón a la cocina y de la cocina al salón.
Y así, en compañía, el día pasaba volando.