Las historias de terror ya no suceden en casas deshabitadas, cementerios o territorios inexplorados. Ahora podemos pasar mucho miedo cualquier tarde, paseando entre las tiendas, en un programa de televisión o en la oscuridad de una discoteca. Este joven autor malagueño propone cinco imaginativos relatos ambientados en espacios cotidianos que revolucionan (y evolucionan) el género aportando tramas que siguen logrando el objetivo principal: provocar el escalofrío en el lector, pero teniendo en cuenta los nuevos intereses del público objetivo. La cena nos lleva a conocer los entresijos de La noche misteriosa, un conocido late night en el que van a empezar a suceder extraños (y extraterrestres) sucesos. El método Dreamscape profundiza en el “caso De la Osa”, un parapsicólogo fallecido en circunstancias poco claras. Carne pútrida se sirve de los chats de mensajería instantánea, tan populares entre los adolescentes, para introducir un hecho espeluznante que tiene lugar en un centro comercial. La obra se completa con El chupasangre, el libro y los cazavampiros amateurs y el inquietante Tiembla, Nessie, quizá el más destacado de esta extraordinaria selección y que entronca directamente con elementos habituales de las leyendas urbanas y algunos filmes de terror de consumo masivo en este sector de edad. Un fantástico ejercicio literario, escrito con prosa elegante, que cautivará a todos aquellos aficionados a “pasarlo mal” en pequeñas dosis.
Las historias de terror ya no suceden en casas deshabitadas, cementerios o territorios inexplorados. Ahora podemos pasar mucho miedo cualquier tarde, paseando entre las tiendas, en un programa de televisión o en la oscuridad de una discoteca. Este joven autor malagueño propone cinco imaginativos relatos ambientados en espacios cotidianos que revolucionan (y evolucionan) el género aportando tramas que siguen logrando el objetivo principal: provocar el escalofrío en el lector, pero teniendo en cuenta los nuevos intereses del público objetivo.... Seguir leyendo
Cuatro cuentos de terror y un relato abominable
La luz de los focos fue disminuyendo de forma gradual hasta quedar en una calculada semipenumbra. El realizador recibió la señal por el auricular y bajó el brazo; inmediatamente después, el regidor alzó el cartel reflectante y la grada rompió a batir palmas con efusividad.