En un tiempo en el que la fantasía épica se mantiene como uno de los géneros preferidos de los lectores adolescentes, el gran número de propuestas que se editan en esta línea hace que cada vez sea más complejo imaginar nuevos escenarios y tramas que sorprendan a la audiencia. Onyebuchi, un joven autor norteamericano que colabora con revistas tan prestigiosas como Asimov’s o Ideomancer, consigue insuflar aire fresco con una aventura situada en Kos y que sondea en la conciencia humana y en el sentimiento de culpa, entre otros temas, con claras influencias de la tradición africana. En esa ciudad imaginaria los pecados hacen enfermar a la población que, para sobrevivir, deben pagar a magos que se encargan de superar esas trabas y curar sus conciencias a través de los Aki, la etnia formada por jóvenes capaces de eliminar las culpas. Pero estos siempre terminan por enloquecer tras la aterradora ingestión de sus faltas, que tienen formas de dragones, serpientes, arañas, grifos y otras bestias. Taj, el joven protagonista, sobrevive gracias a su fe en la gente que ama, aunque deberá enfrentarse a una terrible disyuntiva merced a un complicado mandato: ayudar a la mismísima princesa. Interesante, especialmente, la forma en la que el autor plantea la relación entre los Aki y el resto de la sociedad y sus estigmas. Tras obtener gran éxito en el mercado anglosajón, fue seleccionado por la Expo Book America, deja líneas abiertas en la historia que se cerrarán en la segunda parte de la bilogía.
En un tiempo en el que la fantasía épica se mantiene como uno de los géneros preferidos de los lectores adolescentes, el gran número de propuestas que se editan en esta línea hace que cada vez sea más complejo imaginar nuevos escenarios y tramas que sorprendan a la audiencia. Onyebuchi, un joven autor norteamericano que colabora con revistas tan prestigiosas como Asimov’s o Ideomancer, consigue insuflar aire fresco con una aventura situada en Kos y que sondea en la conciencia humana y en el sentimiento de culpa, entre... Seguir leyendo
Bestias de la noche
Me aseguro de sentarme donde no puedan verme.
Desde donde estoy encaramado, fuera de su vista, arropado por una pila de escombros, tengo una buena visión de los otros devoradores de pescados, los aki. Están reunidos en el pequeño claro que se encuentra un poco más allá, rodeado por los escombros de lo que antes fue la casa de alguien.