La historia de Isabel Zendal Gómez sin duda merece ser conocida. Considerada por la OMS la primera enfermera que realizó una misión internacional, en pleno siglo XIX, fue una de las personas que lideró la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, una aventura transoceánica mediante la que se transportó a varios niños de la Casa de Expósitos de A Coruña hasta América, para llevar un remedio contra la viruela, uno de los grandes males que asolaban a la humanidad en aquella época, a las colonias españolas de ultramar. Auspiciada por el médico Francisco Javier Balmis, se trata de un relato apasionante que El primo Ramón (seudónimo de los arquitectos e ilustradores Borja López Cotelo y María Olmo Béjar), recupera en formato cuento ilustrado. Narrado desde el punto de vista de Benito Vélez, hijo de la protagonista, destaca especialmente el apartado gráfico, concebido en la mayor parte de la propuesta a gran escala, jalonado de bellos escenarios, mapas, poéticas estampas y un conjunto de personajes, niños en su mayor parte que transitan entre los rincones del barco que les lleva, con el fluido “milagroso” en sus venas, hasta el otro lado del mundo, diseñados con dulzura. El viaje también nos permite conocer algunos paisajes americanos y filipinos de comienzos de 1800, perfectamente reproducidos a través de las edificaciones tradicionales de la zona.
La historia de Isabel Zendal Gómez sin duda merece ser conocida. Considerada por la OMS la primera enfermera que realizó una misión internacional, en pleno siglo XIX, fue una de las personas que lideró la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, una aventura transoceánica mediante la que se transportó a varios niños de la Casa de Expósitos de A Coruña hasta América, para llevar un remedio contra la viruela, uno de los grandes males que asolaban a la humanidad en aquella época, a las... Seguir leyendo
Nuevo Mundo
Abrí los ojos y ví la luz rosada del amanecer colándose entre las tablas de la cubierta.
- ¡¡TIERRA!! Repitió el vigía.
El grito retumbó en la bodega de la María Pita. Mi madre me miró antes de subir precipitadamente. Yo corrí tras ella.
- ¡Subid, chicos! ¡¡Subid!! ¡Lo hemos logrado! -anuncié desde la escotilla.