La poesía más bella, en numerosas ocasiones, se esconde en los trazos más limpios y las palabras sencillas. La travesía del pescador por el Canal de Suez (pobrecito, siempre navegando sin timón su cáscara de nuez), aun moldeada bajo el estricto molde del verso alejandrino, supone un canto a la libertad y a la supervivencia, objetivo que va cumpliendo el hambriento protagonista a base de sueños y de los objetos que, a la deriva, le concede la Madre Naturaleza. Al mismo tiempo que esos versos hermosos, el día y la noche, los animales acuáticos, las esperanzas y proyectos del personaje aparecen y se desvanecen en el devenir de la historia, abriendo a los lectores el corazón y cediendo el control de una embarcación que, sin duda, nos conduce a un puerto añorado. Imaginativa y cautivadora, la obra contiene muchas historias en una sola, tantas como queramos soñar durante el camino.
La poesía más bella, en numerosas ocasiones, se esconde en los trazos más limpios y las palabras sencillas. La travesía del pescador por el Canal de Suez (pobrecito, siempre navegando sin timón su cáscara de nuez), aun moldeada bajo el estricto molde del verso alejandrino, supone un canto a la libertad y a la supervivencia, objetivo que va cumpliendo el hambriento protagonista a base de sueños y de los objetos que, a la deriva, le concede la Madre Naturaleza. Al mismo tiempo que esos versos... Seguir leyendo
El marinero del Canal de Suez
Pobrecito el marinero del canal de Suez
navegando sin timón su cáscara de nuez.
Quiere hacerse un sonajero con dientes de tiburón
y usa fósforos quemados a modo de arpón.