El sello Faktoría K de Libros apuesta por la novela juvenil en este segundo episodio de su colección Narrativa con una obra que sondea el espíritu adolescente a través de Maëlle, una chica de dieciséis años atrapada por una peligrosa y poderosa corriente que le lleva a abandonar su vida feliz por una militancia oscura, camino que demolió su juventud y que constituye uno de los mayores dramas de la sociedad actual. Los lectores asistimos absortos ante el proceso de desestructuración de la protagonista, entre testimonios y reflexiones de las personas que forman parte de su círculo privado, desde su hermana Jeanne hasta su antiguo amante, desde su profesor de francés hasta su madre, rota ante las circunstancias vitales que debe afrontar. Estructurado en pequeños capítulos y escrito con una prosa ágil y atractiva, la obra está inspirada en un caso real y sirve como homenaje al amigo que el autor perdió en el atentado contra la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo en 2015. Un testimonio coral, clave para comprender la historia contemporánea, que explica de forma concisa la forma en que se producen los procesos de radicalización, especialmente en la franja de edad en la que se encuentra el personaje central de la trama.
El sello Faktoría K de Libros apuesta por la novela juvenil en este segundo episodio de su colección Narrativa con una obra que sondea el espíritu adolescente a través de Maëlle, una chica de dieciséis años atrapada por una peligrosa y poderosa corriente que le lleva a abandonar su vida feliz por una militancia oscura, camino que demolió su juventud y que constituye uno de los mayores dramas de la sociedad actual. Los lectores asistimos absortos ante el... Seguir leyendo
Se cerraron mis ojos
Maëlle
Arrabales de Le Mans, septiembre de 2014
A veces me pregunto si no estaré muerta. Pero no, estoy viva, y el bebé que se agita en mi vientre está ahí para recordármelo. Estoy viva, y Redouane está muerto. Por la ventana percibo el jardín de nuestro chalé, con sus geranios, su césped bien cortado y su parterre de rosales marchitos. Nuestra casa parece confundirse con la de los vecinos de la izquierda. Suerte que hay números en las puertas para encontrar la de cada uno.