Margarita, Manuel, el cartero del barrio, el pequeño Martín y hasta un señor con bigote, la plaza del pueblo se ha llenado de soñadores. En las conexiones entre los protagonistas de este cuento, que plantea un desarrollo cercano a la estructura acumulativa tradicional, afloran bellos recuerdos de otro tiempo y aficiones hermosas sobre las que comparten saberes. Las cartas, cuando no existían tantos medios para comunicarnos, las formas de las nubes, los dibujos que forman las estrellas... La conversación que surge entre los distintos personajes está dibujada con ternura, como la mirada de los vecinos que han encontrado un punto de unión para sumar sus ilusiones: el banco del pueblo, ese que siempre reserva un sitio para los que apuestan por la imaginación. La escritora es también la responsable del apartado gráfico, de estilo peculiar y cargado de personalidad, en el que destaca el eficiente juego de planos.
Margarita, Manuel, el cartero del barrio, el pequeño Martín y hasta un señor con bigote, la plaza del pueblo se ha llenado de soñadores. En las conexiones entre los protagonistas de este cuento, que plantea un desarrollo cercano a la estructura acumulativa tradicional, afloran bellos recuerdos de otro tiempo y aficiones hermosas sobre las que comparten saberes. Las cartas, cuando no existían tantos medios para comunicarnos, las formas de las nubes, los dibujos que forman las estrellas... La conversación que surge entre los distintos personajes... Seguir leyendo
Un banco en la plaza
Cada día, a las seis en punto de la tarde, Manuel se sentaba en el mismo banco de la misma plaza, con el mismo sombrero y con su caña de pescar.