Cuando la familia protagonista deja Marsella para recalar en Dautremer con la idea de regentar el hotel Napoleón, un encantador edificio lleno de intrahistorias que el lector irá descubriendo en pequeñas dosis, la vida cambia radicalmente. La pausa, el sonido de la naturaleza y, sobre todo para Morice, el primer encuentro con Audrey, suponen un nuevo mundo en el que tiene más valor el roce de unos rizos sobre las mejillas junto al mar que cualquier otro asunto. Nuevas y profundas amistades acompañan al joven en su particular investigación ambientada en la costa de Córcega, unas pesquisas que nacen de una serie de hallazgos, historias y misterios que le hacen suponer una extraña conexión entre dos históricos nazis y el aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry. ¿Amistad? ¿Una operación conjunta entre enemigos? De forma indirecta, la costa española forma parte de una trama que bebe de diversas fuentes históricas para construir una maravillosa ficción. El argumento transita plácido y tranquilo, como la nueva vida en el hotel, hasta la llegada de unos nuevos inquilinos, losTscharr, responsables de que los adictivos capítulos se intensifiquen. La propuesta está trufada de abundantes referencias literarias, cinematográficas y paisajísticas dignas de ser recopiladas en un cuaderno o en el móvil para revisar al finalizar la lectura.
Cuando la familia protagonista deja Marsella para recalar en Dautremer con la idea de regentar el hotel Napoleón, un encantador edificio lleno de intrahistorias que el lector irá descubriendo en pequeñas dosis, la vida cambia radicalmente. La pausa, el sonido de la naturaleza y, sobre todo para Morice, el primer encuentro con Audrey, suponen un nuevo mundo en el que tiene más valor el roce de unos rizos sobre las mejillas junto al mar que cualquier otro asunto. Nuevas y profundas amistades acompañan al... Seguir leyendo
Los Zorros del Desierto
No resultaba difícil entender por qué mi padre se había enamorado de aquel viejo hotel. El Napoleón se encontraba casi fuera del pueblo, a trescientos o cuatrocientos metros de la última casa, al lado de las dunas.